¿Qué hay de malo en un beso?
miércoles, 30 de marzo de 2011

A mi familia:
domingo, 13 de marzo de 2011

17 de junio del 2014
En este momento yo he dejado de estar para escucharlos, para obsérvalos y para hablarles. Mi intención desde niña jamás fue llegar a vieja. Aunque muchas veces desee ser una gran mujer. Me imaginaba con una familia, con un trabajo, una cámara fotográfica, mi libreta favorita y varios pases de avión con dirección a cualquier parte del mundo. Quería seguir viviendo en mis novelas preferidas y enamorarme muchas veces. Pero enamorarme enserio, sólo una vez.
Hoy, el día de mi cumpleaños decidí privarme de mis expectativas futuras. Para mí no fue fácil despedirme y tomar esta decisión, pues sabía que dando un paso adelante, abandonaba cualquier posibilidad de cambiar mi vida, y seguir ideando y realizando proyectos. He cumplido 22 años, eligiendo no continuar.
En este momento tengo mucho miedo y tristeza. Mi vida no ha sido como la imagine. A pesar de demostrarles que soy una mujer soñadora, risueña y honesta. La única verdad es que me siento sola. Cuando empecé mis terapias con Iván, a los 18 años, él fue mi guía y mi amor secreto durante 3 años. En mí, jamás existió la esperanza de recuperarme y cambiar mi rumbo, sólo deseaba aprender a vivir, a que las cosas me dolieran menos y ser una mejor persona para ustedes. No lo logré.
Detestaba despertar sintiéndome vacía, sin motivación y con unas grandes ganas de volverme y cerrar los ojos. Pero no lo hacía. Porque aún en mis sueños vivir me dolía. No recuerdo cuándo fue la última vez que soñé con verdadera gratitud y mucho menos cuando escribí algo feliz. Siempre quise decir tanto, pero cuando me decidía simplemente mi mente y lengua no coordinaban y lo único que podía hacer era tirarme a llorar e implorar que me leyeran el pensamiento. No espero que lo entiendan, porque ni yo misma lo hago. Sólo sé que ya no quiero continuar. Tal vez, si es que existe algo más allá después de esto, pueda arrepentirme de mi decisión.
Mamá, por favor no me odies. Siempre tuve presente que en algún momento fuimos una sola, y que yo estuve aquí gracias al amor que te permitiste sentir hace años. No te reprocho mi existencia, simplemente no pude con lo que tú me obsequiaste. Tampoco quiero que llores. Sé que es imposible pedírtelo, pero tú decidiste tu camino, ahora déjame ir por la brecha que yo creé.
Gracias por iluminar mi camino en la niñez, por alzar la frente y trabajar por mi hermana y por mí. Por la familia en la que me criaste, por la fortaleza que me hizo seguir 22 años. Por la hermana que me diste y por ser tú, Elvia, mi madre y mi primer amor. La mujer que me impulso a luchar por mis sueños, la que me abrazo cuando caía, quien me apoyo siempre sin criticarme y por cuidarme de día y noche. Tú, quien ayudo a buscar mi cordura. La parte más grande de mí.
Bernarda, mi primera madre de tiempo completo, mi abuelita, “mi mami”. Mujer, gracias por velar por mí y por crear tan esplendida mujer que es Elvia. Tú me enseñaste a cantarle a la vida, fuiste mi ruiseñor, la mujer más hermosa que he conocido y la más bondadosa. Mi abuelita de piel morena y una gran sonrisa, jamás te vi enojada, pero sí, muchas veces triste. La cabeza de mi familia, luchadora, que fue capaz de dejar sus raíces y creer en el amor.
No llores prietita, no por mí. Toda mi vida te quise y te ame. Hoy ayuda a todas a festejar mi cumpleaños y la llegada de una nueva etapa. Sólo recuérdame en fotos, no más. Bernarda, no seas frágil. Enséñales el placer de cantar, sigue deleitando a nuestra familia con tu hermosa voz y tu rico sazón. Platícales tu historia para que ellas en un futuro puedan contarlas y hasta escribirla. Dales valor para amar.
Paola, hermana. Sé que estarás pesando en lo idiota que fui, en cómo pude hacerle esto a mis mujeres. No me juzgues, porque me llenas de tristeza. Perdón por renunciar a ser tu hermana, y dejar de ser tu confidente las noches que lo necesitas. Fuiste mi ejemplo a seguir en la niñez. Mi confidente en mal de amores. La mujer que me escribía cartas cuando me vea triste, quien me ayudaba en la vida. Tantas cosas Paola, fuiste tú quien me enseño a jugar y crecer. A hacerme la digna con los muchachos. Quien me criticaba cuando algo no me salía y la persona que me bajaba de las nubes. Te amo, gracias por crecer, dormir y soñar conmigo.
Victoria, tía. Sólo quiero pedirte disculpas por no poder ser tu hija, y por descuidarte cuando estabas enferma y necesitabas apoyo. Perdón por mi falta de empatía y por jamás demostrarte el amor que sentía por ti. Recuerda que en tu nombre llevas más de estas mujeres y que no debes dejarte caer tan fácil. No como yo.
Y por último, quiero despedirme del amor de mi vida, aquel hombre que pudo hacerme feliz y quien me pudo cobijar todas las noches. Perdón por no esperar a comprenderte, y dejarte solo en el encuentro. Siempre estuve ansiosa de conocerte, para poder amarte. Pero estas mujeres pueden hablarte de mi impaciencia. Tal vez este era nuestro destino.
Gracias a todas ustedes que me hicieron creer hasta el final en el amor.
Dana
1992 – 2014.
