Normal

miércoles, 5 de diciembre de 2012


He dejado de escribir. Supongo que es reflejo de lo inerte que he estado en este medio año (qué rápido se ha ido el tiempo). No me inmutado por rasguear el sinfín de reportajes y cuentos, que me propuse cuando decidí tomar mi año sabático. A pesar de que he leído más que de costumbre.

Este cambio se lo he achacado a que me encuentro en paz, pero luego caigo en cuenta que es una irresponsabilidad muy grande de mi parte, al tomar la escritura como un “método” para suprimir los sentimientos nada gratos que acostumbran invadirme.  Sobre todo cuando decidí que será mi “estilo de vida”.

Escapé de una rutina… para sumirme en otra. Y la verdad es que ésta no me satisface en nada. Extraño la universidad, y a unas cuantas personas, pero aún no tengo ganas de regresar. He aprendido un poco de francés y nada de inglés. Soy más distraída que antes. Tartamudeo más. Y me cuesta mucho trabajo expresar mis ideas; ideas que según yo, tengo muy claras cuando las pienso para mí. 

En unos meses planeo regresar a los idiomas, y en más de medio año a la universidad. Con nuevos compañeros..., nostalgia y un poco de miedo. 

Cine con olor a sexo

jueves, 9 de agosto de 2012

Mi primer reportaje, como trabajo final de la materia de Géneros Periodísticos II, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Le agradezco infinamente a, Alexandro Santos, por ser mi compañero de locuras; y siempre mostrarse en la disposición de ayudar y concretar las ideas irracionales que llegan a mí.


Entre la obscuridad del lugar y la luz de la pantalla, se encuentran decenas de personas que prefieren pagar 30 o 50 pesos, por un ratito de placer.

“La pornografía no es arte, sirve para masturbarse tanto para hombres y mujeres. Te clavas en una escena que te gusta y la ves todas las veces que quieres hasta que te vienes.” –Charly Díaz, actor de pornografía gay.

A pesar de que internet ahora facilita la adquisición de pornografía, los cines porno siguen abriendo sus puertas al público, ofreciendo “entretenimiento” que muchas veces no se encuentra en la pantalla, sino en las mismas butacas del cine.

Savoy, junto con el Cine Río, ambos ubicados en la Zona Centro de la Ciudad, llevan más de 40 años renovando la cartelera. Trabajan en el mismo horario –de 11:00 am a 9:00 pm–, sin embargo, los servicios que ofrecen son distintos, y esto hace que tengan un público específico visitando sus salas.
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Savoy

Antes de entrar al corredor, ubicado en la calle 16 de septiembre del Centro Histórico, ya se encuentra un hombre dándote en  mano pequeños papeles impresos en tinta rosa o azul marino, adornados con las fotografías de guapas mujeres en lencería:

“Las mejores películas XXX”, “Dos estrenos cada jueves”, “Permanencia voluntaria”, “Miércoles 20 pesos” y “Sólo mayores de 18 años”, dicen aquellos papelitos. Muchos terminan mirando sólo la fotografía y arrugándolo para después ser guardado en el bolsillo y así seguir con paso largo, sin siquiera curiosear un poco la cartelera. 

—Es mi primera vez en Savoy, la diferencia que hay entre el cine de Toluca y éste, es que el de allá es más grande. Aunque las reglas del lugar son las mismas.  Aquí son más descarados, y eso me gustó del lugar —dice Óscar, originario de Toluca, con voz temblorosa y una risita descarada.

Cuenta que sus visitas al cine porno son todos los fines de semana, que quizá ha asistido más de 200 veces, no lo recuerda, perdió la cuenta el año pasado; pero que es la primera vez que asiste a Savoy, porque le causó curiosidad lo que sus amigos contaban del lugar, y la oportunidad se le presentó pues tenía que venir al D.F. a dejar mercancía por parte de su trabajo.

—¿Qué horarios prefieres para asistir al cine? —le pregunto.
—En las mañanas, porque está más limpio.
—¿Qué opinas de las películas que transmiten?
—No la vi, estaba ocupado en otras cosas —ríe de nuevo—. La verdad es que nadie nota las películas en este tipo de lugares. A veces las llego a ver, pero no les pongo atención; de vez en cuando sólo sirve para provocar el ambiente.

Declara Óscar al salir de la sala que se encuentra en el segundo piso del cine, donde se proyectan películas homosexuales, y la entrada sólo está permitida a los hombres; “No vestidas”, se dice en algunos foros de internet.

Toda clase de hombres se detienen para leer los títulos en exhibición y, después de un rato, se acercan a la mujer  –seria y casi indiferente– que se encuentra laborando en la taquilla, y así hombre tras hombre compra un boleto; de vez en cuando ésta se queda vacía, y sólo se escucha las voces de los dos hombres que se encuentran vigilando el acceso del cine, y que al mismo tiempo son quienes reciben los boletos de entrada.
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   La sala

—Su boletos —dice el hombre más joven de la puerta.
Si vas en pareja él se encarga de llevarte a tu asiento con lámpara en mano. Si no es así, entonces da por hecho que conoces el camino.

La sala es grande. En la penumbra del lugar pocos hombres permanecen en el asiento, solos y mirando la película; muchos más rondan por toda la orilla del cine, buscando una pareja. Quienes terminan la búsqueda se dedican a disfrutar de lo que el otro hombre puede ofrecerles, no obstante, la intimidad no existe: muchos curiosos se acercan para mirar el goce de ambos sujetos; otros, además de mirar, esperan su turno. Se forman grupos de cinco o más personas, sólo para presenciar el cinismo de otros. Voyerismo puro.

Las sombras chocan entre sí, los gemidos de la protagonista en la pantalla se ven opacados por el ruido que provocan los pasos de todos los presentes. Es una marcha, así suena –¡tras, tras, tras!–, y uno que otro rechinido de las puertas al abrirse cuando alguien más entra.

El ligue pocas veces se concreta con palabras, todo funciona con miradas de aceptación o rechazo. En las orillas del lugar se pueden apreciar a las parejas besándose; algunos, más extrovertidos, prefieren hablar y sonreír un poco –son raros quienes se permiten semejante acto de intimidad–, antes de poner manos y bocas a la obra.

En la entrada jamás dice: “Prohibido masturbarse”.

·         Zona de parejas

Antes de entrar hay una pancarta anunciando una zona exclusiva para parejas y mujeres solas. El encargado más grande promociona al lugar cuando ve rondar a los dúos en el corredor.
            —Tenemos zonas para parejas —dice él, mirando de arriba hacia abajo a aquellos que      planean o no, entrar.

Ésta se encuentra rodeada por una valla de metal que delimita a la pequeña zona de butacas con el resto de la sala. Aquí las parejas son escoltadas por uno de los cuidadores, quien con una lámpara va haciendo a un lado a todos los hombres que obstruyen la entrada; acto que da seguridad a los usuarios de dicha zona. 

Acaban de salir de la oficina. Ella luce un vestido de un azul obscuro a altura de la pantorrilla, tiene el cabello corto y negro, además de usar lentes –sonríe mucho–; y él, un traje café claro, camisa azul cielo y con corbata.

  ¿Con qué frecuencia asisten a este tipo de lugares — Les pregunto de inmediato, cuando acceden a ser entrevistados.
—Muy esporádico, una vez al año quizá. A lo mucho cinco veces en nuestra vida. – Confiesa la pareja al abandonar el cine.
—¿Cuál fue la primera impresión de este lugar?
—Está bien, es antiguo, el folklor, la gente, el ambiente. Está bien, nos gusta.
—¿Por qué está bien?
—Tiene un área para parejas, respetan tu privacidad, la gente te cuida y nadie te molesta.
—¿Qué otros cines han visitado?
—No hemos encontrado otro, porque la entrada a mujeres no está permitida o los lugares se ven de mala muerte.
—¿Qué les llevó a asistir a estos lugares?
—Curiosidad, por los comentarios que te dicen tus conocidos. También por ego.
—¿Por qué ego?
—Nadie te molesta, nadie te dice nada y porque puedes hacer cosas con tu pareja que no son permitidas en otros lugares. 

Al inicio de la entrevista, ambos dijeron no tener tiempo para responder, sin embargo, al final hasta bromearon y contaron que les gusta Savoy porque sirve para que su relación no se desgaste.

Comentan que los hombres  que se acerca a mirarlos no les resultan molestos, porque está la valla y el cuidador.
—¿Qué opinan de las personas que asisten al cine? —cuestiono.
—Aquí todos se destapan, la gente es morbosa y eso lo hace divertido.

Les gusta saber que están provocando a sus espectadores –a quienes llaman suricatas–, así que les dan show por un rato. Como pareja a ellos les divierte jugar con la curiosidad y morbo del grupo de hombres que se reúne cerca de la valla de seguridad.

            —¿Qué piensa de las películas que se transmiten?
            —Son películas sin ningún contenido, de esas que encuentras en cualquier esquina.          Sólo sirven para ambientar el lugar. Nosotros entramos al lugar sin ver la cartelera, sólo       queremos pasar un buen rato.

Ambos opinan que Savoy es un buen lugar, es más higiénico, el ambiente no es tan pesado en comparación a otros cines, les gusta la presentación del lugar, además de que cuenta con  folklor e historia.

·                    Cine Río

En la actualidad es conocido como Cine Erotika  ubicado en la Calle República de Cuba. Éste cuenta con dos salas, una de ellas es exclusiva para mujeres y parejas. A diferencia de Savoy, ésta es más cara pues por dúo el costo es de 100 pesos y la dinámica cambia bastante.

El lugar es fácil de ubicar. En la calle es el único cine, todo lo demás son accesorias que se dedican a la impresión de carteles, fotografías y revistas. “Cinema Río” dice en grandes letras negras y en un fondo amarillo. Los colores poco combinan, las puertas son de color rosa –el clásico color de la cadena de juguetes sexuales Erotika– y eso hace aún más llamativo el lugar.

Al pedir los boletos el encargado debe cerciorarse de que ninguno de los clientes tenga acceso con alguna arma, si es necesario también pide la IFE para estar seguro de que está permitiendo la entrada a mayores de edad.

Nadie te da la bienvenida como en Savoy, aquí no hay mucho contacto verbal. Sólo te indican que la sala se encuentra subiendo las escaleras. Pero lo primero que se ve al terminar éstas, es un pasillo grande y de color rosa, con sillas de plástico en fila, y en ellas hombres solos esperando a que alguna de las prostitutas del lugar se desocupe para así poder ingresar acompañado. Al entrar uno debe ser cuidadoso de no caer con los escalones, pero, eso no es lo importante.

Es sábado por la tarde, y en la sala hay más de 20 parejas. La pantalla se encarga de hacer más claro el acto, y mientras se busca asiento también se ven las siluetas de muchas piernas desnudas a lo alto del asiento. Aquí el sexo explícito está permitido.

·         Las parejas

Es una sala de cine para poco más de 100 personas, también es novedosa y no tan legendaria como la de Savoy. Los asientos son de piel, rojos y, a pesar de ser fin de semana, se encuentran limpios.

La zona de atrás de la sala es la más solicitada y escandalosa, los costados también son muy requeridos pues son un poco más íntimos, ya que cuentan con dos asientos por fila. Los de adelante regularmente se encuentran vacíos, u ocupados por aquellos que aún no planean ser parte del acalorado ambiente, sino ver un rato la vieja película que se proyecta.

En la pantalla se ven a dos hombres y una mujer completamente desnudos. Los hombres besan cada rincón del cuerpo femenino, mientras ella emite exagerados gritos de placer –nada extraordinario si de pornografía se trata–. Las parejas en la sala no hacen caso de lo que se proyecta, los que ya están desnudos le hacen segunda a los protagonistas, con gemidos y gritos que sí son de verdadero placer –nada de actuación, ellos son los maestros y no aquel trío que da ambiente a la sala–.

Piernas a lo alto, hombres sin ropa que embisten a su pareja, eso es lo que hay en la sala. Parece una escena de algún cuento del Marqués de Sade, y a pesar de causar el morbo de más de un asistente, la verdad es que nadie hace caso a nadie. Aquí los únicos mirones son la pareja de la película. Es normal, llegar, fingir ver un rato la película y entonces… tocar a tu pareja, masturbarla y luego quitarle la ropa.

El olor en la sala es fuerte, el ambiente también. Pero no hay miradas lascivas, no hay espectadores. Sólo eres tú y tu pareja, y un montón de desconocidos a los que no les importa lo que hagas dentro de la sala, porque, además, los rostros no se ven.

Sin embargo, aquí las entrevistas no fueron posibles, ni con los asistentes, ni con los encargados del lugar.

·         Cines en Internet

“Hola, he oído sobre el cine Savoy o El Nacional, me gustaría ir a alguno de los dos con algún chico para conocer y tener un rico encuentro. Espero respuesta. Mi correo es jesus_13579@yahoo.com.mx”.

@Jigsaw (usuario de Bulletin, foro gay mexicano): “Cuanto tiempo cosas nuevas y no sabemos ni a dónde acudir. No existe un directorio con todos aquellos lugares interesantes de esparcimiento sexual en nuestra ciudad, como el Cine Savoy. Con el pretexto de ver las camisas y corbatas del local vecino nos adentramos a un coloso que no tiene nada que pedirle al Cine Teresa. Hay una sala gay y otro hetero, y el boleto cuesta 20 pesos los miércoles y 30 cualquier otro día”.

Este tipo de mensajes se encuentran en m anuncios.com.mx, OXL México o foros como Voy Azteca, Sexo Servicio D.F., Enehache.com, SolterosMéxico.com, etcétera.
Los cines donde se exhibe pornografía en la Ciudad de México son famosos en internet.  En la red existen foros de comunidades gay que los han ocupado como punto de reunión o de citas. Este tipo de actividades ya se han convertido en parte del folklor de los cines. Pero nadie habla acerca de las películas que se exhiben, ni se dice si son buenas o no.
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    La industria Porno en México

El Licenciado Diego Castillo Alamina, encargado de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica y del Videograma  (CANACINE), dice no tener registrada a ninguna casa productora de pornografía, ni tener los datos de las películas de este sector que se producen anualmente, ni mucho menos de los cines donde se exhiben.

Charly Díaz, actor de pornografía gay en el extranjero, afirma que México no es un país que produzca porno, ya que hacen falta actores y actrices, y la doble moral de las personas no permite una apertura en la participación y en el mercado. Además de ser México un país consumidor de pornografía extranjera. “Malinchismo” es la palabra del actor que ha ganado premios en el extranjero por su trabajo en TitanMen.

·         Charly Díaz

Con 34 años de edad, tiene cuatro años como actor porno y ya cuenta con el reconocimiento en el extranjero, así como un club de fans –a la pornografía– que se emociona al verlo caminar por las calles de la Ciudad de México. Antes de llegar a TitanMen, una casa productora  americana, trabajó como striper en un bar de la Zona Rosa de la Ciudad de México, y luego como modelo de ropa interior.

—Por parte de la agencia de modelos, a mí me enviaron a Canadá a modelar ropa interior, y fue ahí donde uno de los productores de TitanMen se acercó a mí para ofrecerme una tarjeta. Me contrataron sin audición, y llegué a Miami a filmar mi primera película —relata su historia mientras se ejercita en un parque de la delegación Coyoacán, puesto que debe estar en forma para los shows XXX que da por las noches en el Bar Botas de la Zona Rosa.

Charly Díaz ya había contado con más propuestas dentro de la industria pornográfica mexicana, pero él no aceptó ninguna, pues no obtuvieron convencerlo o los proyectos no lograban concretarse, además de que el dinero que se ofrecía era menor. “El nivel no es el mismo”, así es como él define las diferencias entre el cine mexicano y el estadounidense.

            —¿Cuánto cuesta la producción de una película porno? —le pregunto con el afán de        saber porqué no se produce pornografía de calidad en México.
—En TitanMen no tengo una idea concreta, pero quizá podrían ser más de 300 mil pesos mexicanos, ya que ellos son quienes pagan mi vuelo, hospedaje, comidas y también las del otro actor y el staff.
—¿Cuánto crees que cuesta la producción de una película mexicana?
—Son de menos presupuesto y muchas veces no se preocupan por filmar, prefieren lanzar convocatorias para que las parejas envíen sus vídeos caseros ofreciéndoles, quizá, dos mil pesos. La industria en México es muy pobre.
—¿Cuánto dinero ganas con cada película filmada?
—50 mil pesos.
—¿Cuánto tiempo  tardas en filmar una película?
—Para una escena que, editada, dura 20 minutos, nos tardamos 20 horas.
—¿Cuántas personas trabajan para producir estas películas?
—En Titan son de cinco a siete personas, y en mi productora son tres o cuatro, que son las que se ocupan de las cámaras, el director, fotografía, iluminación y los auxiliares. 

El año pasado empezó su carrera como director de cine. Durante sus vacaciones en Filipinas, se dio a la tarea de filmar tres películas, de las cuales una, el mes pasado, salió a la venta, con 300 copias agotadas dentro del país. Cada copia tiene un costo de 700 pesos, con contenido que va dirigido a  comunidad gay, y las cuales son distribuidas en locales dentro de Zona Rosa –bares, tiendas de ropa y antros–.

Pero siguen siendo películas que no se graban en territorio nacional. Charly comenta que las leyes del país no son las adecuadas para que la producción de pornografía legal, es por eso que el poco que hay es clandestino, de bajo presupuesto y escaso.
           
            —Sale más barato verlo en internet, o comprar películas piratas extranjeras de 10 pesos que se venden en cualquier mercado —comenta mientras acaricia a un perro que       pasa frente a él.

·         ¿Qué es la pornografía?

Issela Cruz, estudiante de posgrado en Historia del Arte, especializada en Cine Pornográfico de Género, dentro del Instituto de Estéticas de la UNAM, define a la pornografía dentro del cine, como:

    Un discurso del cuerpo fragmentado – el close up de los genitales, y no de los rostros-. Aunque es difícil definirlo, yo misma tengo problemas para hacerlo en mi tesis. Al principio daba por hecho que  sólo trataba de mostrar los genitales en un acto sexual explicito, pero ahora sé que va más allá. Ya que es un producto que busca excitar al espectador, pero la excitación a su vez es subjetiva, porque no sabes en realidad qué es lo que excita al mundo. 

Días antes, había entablado una pequeña charla con ella por medio de Facebook, solicitando su ayuda para la realización de este reportaje. Y  muy amable me ofreció una charla informal, para que ambas nos informáramos sobre nuestro trabajo. Ninguna de las dos teníamos idea de nuestro rostro, y yo como buena entrevistadora olvidé pedir su teléfono. No obstante, fue sencillo localizarla, ya que es la única dentro del posgrado que se especializa en cine pornográfico.

Medita un poco su respuesta y continúa…

    Yo defino al porno desde tres aspectos: del tiempo y espacio, lo moral y lo inmoral y lo le legal e ilegal. Ya que están lo público y lo privado, es ahí cuando la clasificación del cuerpo hace acto de presencia. En la actualidad diría que es sexo explicito, además de una exageración de la realidad. Porque la gente busca salir de la realidad, cuando busca una película porno, ya que la trama es distinta al acto sexual real.
    ¿Qué piensas acerca de la industria de pornografía en México? – le pregunto.
    No estoy muy empapada de esta información, pero considero que es bastante rentable. Ya que el porno no es un hecho reciente, en la Filmoteca de la UNAM existen películas del siglo XIX, también se encuentra material zoofilico. Entonces esto hace hincapié que no es una invención de este tiempo. Quizá México no se encuentra  con cuestiones legales o culturales para que la pornografía crezca, pero considero que es una actividad que jamás se queda sin trabajo. Finalmente se encarga de satisfacer y reproducir perversiones.

Iseela Cruz, es Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UAM Xochimilco. Su tesis en licenciatura trató acerca del análisis de las pinturas de Remedios Varo, en ningún momento se imagino interesándose por la pornografía, ni dedicándose en el posgrado al estudio de ésta. Pero lo cree necesario, ya que es una industria que se encarga de educar al ser humano.

·         Punto final

Las luces de las salas se encienden después de once horas de jornada, con el pretexto de ser limpiadas, sólo así se pone pausa a los gemidos fingidos de actrices gringas o italianas. La sala queda vacía y con estragos del deleite de cientos de hombres –Savoy-, y de menos de 40 parejas- Cine Río-.  Al final no importa, porque el servicio se reanudara en pocas horas, para recibir a más clientela. 

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Si bien, esta investigación inició con la curiosidad de saber cómo era en realidad un Cine Porno: ¿Por qué las personas asisten a estos lugares? y ¿Qué hay en éstos?. Tuve que incluir los puntos de vista de dos personas esenciales (Charly Díaz e Issela Cruz), quienes quizá dieron un giro en la información tratada en un inicio. Quería entender por qué los cines no transmiten películas nacionales, por qué éstas son tan viejas; a pesar de que son el atractivo del lugar. También, analizar por qué los usuarios de dichos lugares ignoran la presencia de la película, y sólo la toman como un elemento de ambiente.

Me frustra mostrar un panorama vago, pero las puertas para saber acerca de la pornografía nacional o de las mismas salas de cine; se han cerrado , limitándose a ofrecer castings a interesados en filmar películas amateurs o simplemente paquetes para los clientes curiosos y habidos de libido. Añadiendo  el factor de que estos lugares siguen siendo prohibidos a las mujeres, a menos que se busqué formar parte de “la diversión”. 


                                                              Anna Donatella. 

No eres tú, soy yo

viernes, 6 de abril de 2012


Soy yo la que se pone nerviosa,

a la que se le olvidan las palabras,

la que quiere estar sola, pero cuando no sabe de ti entonces se preocupa

mujer que le da pena ser mujer.

No eres tú, quien pierde la serenidad cada noche o cada mañana.

No eres tú el motivo de sus desvelos, ni el de sus sonrisas… y mucho menos el de sus lagrimas

No eres tú quien teme gastar las caricias, las palabras y hasta las memorias.

Soy yo la que te sueña y de inmediato se aleja de si.

No eres tú, más que mis deseos.

Soy yo, la que sufre los desvelos,

La que vuela sin tener ideales,

La que muere de miedo si no te ve,

La que añora las caricias durante la noche, durante cualquier momento de soledad o de intimidad.

No eres tú, el peor de sus males.

No eres tú, la memoria amarga en el vino.

No eres tú, quien se miente o se detiene al amar.

Soy yo, la que miente, y tropieza con sus deseos.

No eres tú, el que se mofa si me ve caer.

No eres tú, quien me cree.



Decidido no seguir

martes, 3 de abril de 2012

Todo me pesa, y nada es suficiente.
Sonrío sin honestidad. Escribo con el aguardo de recobrarme una vez más. Y nada cambia. Ya no siento como se erizan los vellos de cada parte de mi cuerpo. La música dejo de hablarme, deje de escucharla. La gente dejo de agradarme. Siento asco. No tengo hambre. Creo en el amor, pero me duele saber que estoy cayendo y tal vez no encuentre la forma de salir en mucho tiempo. No hay satisfacción, sólo desilusión y frustración. Todo inerte, nada cambia.

Ya casi.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Debería comenzar la tarea y así tener tiempo para dormir e ir menos refunfuñona que de costumbre a la universidad – si, digo universidad, y no escuela; porque aunque mucho me fastidie me gusta ese lugar, y lo que ésta me ofrece. Además, no siempre se es universitario- pero no quiero, me gusta leer cuentos cortos que llego a encontrar en internet o tomar alguno de mis libros y releer mis partes favoritas.

Desde el sábado por la noche, tengo la idea de escribir un cuento de amor para mi primera entrega en una de las tantas revistas en línea de mi facultad; sin embargo, los dos escasos párrafos que llevo, los termino modificando a cada instante o simplemente me da pereza continuar.

Vaya, no encuentro inspiración para poder tomarme el tiempo, y escribir larga y tendida. Sin embargo, deseo darle la vuelta y madurar en letras.

Madurar, es una fuerte palabra pero como nos gusta usarla.