Le agradezco infinamente a, Alexandro Santos, por ser mi compañero de locuras; y siempre mostrarse en la disposición de ayudar y concretar las ideas irracionales que llegan a mí.
Entre la obscuridad del
lugar y la luz de la pantalla, se encuentran decenas de personas que prefieren
pagar 30 o 50 pesos, por un ratito de placer.
“La pornografía no es arte, sirve para masturbarse tanto para hombres y mujeres. Te clavas en una escena que te gusta y la ves todas las veces que quieres hasta que te vienes.” –Charly Díaz, actor de pornografía gay.
A pesar de que internet ahora facilita la adquisición de pornografía, los cines porno siguen abriendo sus puertas al público, ofreciendo “entretenimiento” que muchas veces no se encuentra en la pantalla, sino en las mismas butacas del cine.
Savoy, junto con el Cine Río, ambos ubicados en la Zona Centro de la Ciudad, llevan más de 40 años renovando la cartelera. Trabajan en el mismo horario –de 11:00 am a 9:00 pm–, sin embargo, los servicios que ofrecen son distintos, y esto hace que tengan un público específico visitando sus salas.
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Savoy
Savoy
Antes
de entrar al corredor, ubicado en la calle 16 de septiembre del Centro
Histórico, ya se encuentra un hombre dándote en mano pequeños papeles impresos en tinta rosa o
azul marino, adornados con las fotografías de guapas mujeres en lencería:
“Las
mejores películas XXX”, “Dos estrenos cada jueves”, “Permanencia voluntaria”,
“Miércoles 20 pesos” y “Sólo mayores de 18 años”, dicen aquellos papelitos.
Muchos terminan mirando sólo la fotografía y arrugándolo para después ser
guardado en el bolsillo y así seguir con paso largo, sin siquiera curiosear un
poco la cartelera.
—Es mi primera vez en Savoy, la diferencia que
hay entre el cine de Toluca y éste, es que el de allá es más grande. Aunque las
reglas del lugar son las mismas. Aquí
son más descarados, y eso me gustó del lugar —dice Óscar, originario de Toluca,
con voz temblorosa y una risita descarada.
Cuenta que sus visitas al cine porno son todos
los fines de semana, que quizá ha asistido más de 200 veces, no lo recuerda,
perdió la cuenta el año pasado; pero que es la primera vez que asiste a Savoy,
porque le causó curiosidad lo que sus amigos contaban del lugar, y la
oportunidad se le presentó pues tenía que venir al D.F. a dejar mercancía por
parte de su trabajo.
—¿Qué horarios
prefieres para asistir al cine? —le pregunto.
—En las mañanas, porque
está más limpio.
—¿Qué opinas de las
películas que transmiten?
—No la vi, estaba
ocupado en otras cosas —ríe de nuevo—. La verdad es que nadie nota las películas
en este tipo de lugares. A veces las llego a ver, pero no les pongo atención;
de vez en cuando sólo sirve para provocar el ambiente.
Declara Óscar al salir de la sala que se
encuentra en el segundo piso del cine, donde se proyectan películas
homosexuales, y la entrada sólo está permitida a los hombres; “No vestidas”, se
dice en algunos foros de internet.
Toda clase de hombres se detienen para leer los
títulos en exhibición y, después de un rato, se acercan a la mujer –seria y casi indiferente– que se encuentra
laborando en la taquilla, y así hombre tras hombre compra un boleto; de vez en
cuando ésta se queda vacía, y sólo se escucha las voces de los dos hombres que
se encuentran vigilando el acceso del cine, y que al mismo tiempo son quienes
reciben los boletos de entrada.
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La sala
La sala
—Su boletos —dice el
hombre más joven de la puerta.
Si vas en pareja él se encarga de llevarte a tu
asiento con lámpara en mano. Si no es así, entonces da por hecho que conoces el
camino.
La sala es grande. En la penumbra del lugar
pocos hombres permanecen en el asiento, solos y mirando la película; muchos más
rondan por toda la orilla del cine, buscando una pareja. Quienes terminan la
búsqueda se dedican a disfrutar de lo que el otro hombre puede ofrecerles, no
obstante, la intimidad no existe: muchos curiosos se acercan para mirar el goce
de ambos sujetos; otros, además de mirar, esperan su turno. Se forman grupos de
cinco o más personas, sólo para presenciar el cinismo de otros. Voyerismo puro.
Las sombras chocan entre sí, los gemidos de la
protagonista en la pantalla se ven opacados por el ruido que provocan los pasos
de todos los presentes. Es una marcha, así suena –¡tras, tras, tras!–, y uno
que otro rechinido de las puertas al abrirse cuando alguien más entra.
El ligue pocas veces se concreta con palabras,
todo funciona con miradas de aceptación o rechazo. En las orillas del lugar se
pueden apreciar a las parejas besándose; algunos, más extrovertidos, prefieren
hablar y sonreír un poco –son raros quienes se permiten semejante acto de
intimidad–, antes de poner manos y bocas a la obra.
En la entrada jamás dice: “Prohibido
masturbarse”.
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Zona
de parejas
Antes de entrar hay una pancarta anunciando una
zona exclusiva para parejas y mujeres solas. El encargado más grande promociona
al lugar cuando ve rondar a los dúos en el corredor.
—Tenemos
zonas para parejas —dice él, mirando de arriba hacia abajo a aquellos que planean o no, entrar.
Ésta se encuentra rodeada por una valla de
metal que delimita a la pequeña zona de butacas con el resto de la sala. Aquí
las parejas son escoltadas por uno de los cuidadores, quien con una lámpara va
haciendo a un lado a todos los hombres que obstruyen la entrada; acto que da
seguridad a los usuarios de dicha zona.
Acaban de salir de la oficina. Ella luce un
vestido de un azul obscuro a altura de la pantorrilla, tiene el cabello corto y
negro, además de usar lentes –sonríe mucho–; y él, un traje café claro, camisa
azul cielo y con corbata.
— ¿Con qué frecuencia
asisten a este tipo de lugares — Les pregunto de inmediato, cuando acceden a
ser entrevistados.
—Muy esporádico, una vez al año quizá. A lo
mucho cinco veces en nuestra vida. – Confiesa la pareja al abandonar el cine.
—¿Cuál fue la primera impresión de este lugar?
—Está bien, es antiguo, el folklor, la gente,
el ambiente. Está bien, nos gusta.
—¿Por qué está bien?
—Tiene un área para parejas, respetan tu
privacidad, la gente te cuida y nadie te molesta.
—¿Qué otros cines han visitado?
—No hemos encontrado otro, porque la entrada a
mujeres no está permitida o los lugares se ven de mala muerte.
—¿Qué les llevó a asistir a estos lugares?
—Curiosidad, por los comentarios que te dicen
tus conocidos. También por ego.
—¿Por qué ego?
—Nadie te molesta, nadie te dice nada y porque
puedes hacer cosas con tu pareja que no son permitidas en otros lugares.
Al inicio de la entrevista, ambos dijeron no
tener tiempo para responder, sin embargo, al final hasta bromearon y contaron
que les gusta Savoy porque sirve para que su relación no se desgaste.
Comentan
que los hombres que se acerca a mirarlos
no les resultan molestos, porque está la valla y el cuidador.
—¿Qué opinan de las
personas que asisten al cine? —cuestiono.
—Aquí todos se
destapan, la gente es morbosa y eso lo hace divertido.
Les gusta saber que están provocando a sus
espectadores –a quienes llaman suricatas–, así que les dan show por un rato.
Como pareja a ellos les divierte jugar con la curiosidad y morbo del grupo de
hombres que se reúne cerca de la valla de seguridad.
—¿Qué
piensa de las películas que se transmiten?
—Son
películas sin ningún contenido, de esas que encuentras en cualquier esquina. Sólo sirven para ambientar el lugar.
Nosotros entramos al lugar sin ver la cartelera, sólo queremos pasar un buen rato.
Ambos opinan que Savoy es un buen lugar, es más
higiénico, el ambiente no es tan pesado en comparación a otros cines, les gusta
la presentación del lugar, además de que cuenta con folklor e historia.
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Cine
Río
En la actualidad es conocido como Cine Erotika
ubicado en la Calle República de Cuba. Éste cuenta con dos salas, una
de ellas es exclusiva para mujeres y parejas. A diferencia de Savoy, ésta es
más cara pues por dúo el costo es de 100 pesos y la dinámica cambia bastante.
El lugar es fácil de ubicar. En la calle es el
único cine, todo lo demás son accesorias que se dedican a la impresión de
carteles, fotografías y revistas. “Cinema Río” dice en grandes letras negras y
en un fondo amarillo. Los colores poco combinan, las puertas son de color rosa
–el clásico color de la cadena de juguetes sexuales Erotika– y eso hace aún más llamativo el lugar.
Al pedir los boletos el encargado debe
cerciorarse de que ninguno de los clientes tenga acceso con alguna arma, si es
necesario también pide la IFE para estar seguro de que está permitiendo la
entrada a mayores de edad.
Nadie te da la bienvenida como en Savoy, aquí
no hay mucho contacto verbal. Sólo te indican que la sala se encuentra subiendo
las escaleras. Pero lo primero que se ve al terminar éstas, es un pasillo
grande y de color rosa, con sillas de plástico en fila, y en ellas hombres
solos esperando a que alguna de las prostitutas del lugar se desocupe para así
poder ingresar acompañado. Al entrar uno debe ser cuidadoso de no caer con los
escalones, pero, eso no es lo importante.
Es sábado por la tarde, y en la sala hay más de
20 parejas. La pantalla se encarga de hacer más claro el acto, y mientras se
busca asiento también se ven las siluetas de muchas piernas desnudas a lo alto
del asiento. Aquí el sexo explícito está permitido.
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Las
parejas
Es una sala de cine para poco más de 100
personas, también es novedosa y no tan legendaria como la de Savoy. Los
asientos son de piel, rojos y, a pesar de ser fin de semana, se encuentran
limpios.
La zona de atrás de la sala es la más
solicitada y escandalosa, los costados también son muy requeridos pues son un
poco más íntimos, ya que cuentan con dos asientos por fila. Los de adelante
regularmente se encuentran vacíos, u ocupados por aquellos que aún no planean
ser parte del acalorado ambiente, sino ver un rato la vieja película que se
proyecta.
En la pantalla se ven a dos hombres y una mujer
completamente desnudos. Los hombres besan cada rincón del cuerpo femenino,
mientras ella emite exagerados gritos de placer –nada extraordinario si de
pornografía se trata–. Las parejas en la sala no hacen caso de lo que se
proyecta, los que ya están desnudos le hacen segunda a los protagonistas, con
gemidos y gritos que sí son de verdadero placer –nada de actuación, ellos son
los maestros y no aquel trío que da ambiente a la sala–.
Piernas a lo alto, hombres sin ropa que
embisten a su pareja, eso es lo que hay en la sala. Parece una escena de algún
cuento del Marqués de Sade, y a pesar de causar el morbo de más de un
asistente, la verdad es que nadie hace caso a nadie. Aquí los únicos mirones
son la pareja de la película. Es normal, llegar, fingir ver un rato la película
y entonces… tocar a tu pareja, masturbarla y luego quitarle la ropa.
El olor en la sala es fuerte, el ambiente
también. Pero no hay miradas lascivas, no hay espectadores. Sólo eres tú y tu
pareja, y un montón de desconocidos a los que no les importa lo que hagas
dentro de la sala, porque, además, los rostros no se ven.
Sin embargo, aquí las entrevistas no fueron
posibles, ni con los asistentes, ni con los encargados del lugar.
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Cines
en Internet
“Hola, he oído sobre el cine Savoy o El
Nacional, me gustaría ir a alguno de los dos con algún chico para conocer y
tener un rico encuentro. Espero respuesta. Mi correo es jesus_13579@yahoo.com.mx”.
@Jigsaw (usuario de Bulletin, foro gay
mexicano): “Cuanto tiempo cosas nuevas y no sabemos ni a dónde acudir. No
existe un directorio con todos aquellos lugares interesantes de esparcimiento
sexual en nuestra ciudad, como el Cine Savoy. Con el pretexto de ver las
camisas y corbatas del local vecino nos adentramos a un coloso que no tiene
nada que pedirle al Cine Teresa. Hay una sala gay y otro hetero, y el boleto
cuesta 20 pesos los miércoles y 30 cualquier otro día”.
Este tipo de mensajes se encuentran en m
anuncios.com.mx, OXL México o foros como Voy Azteca, Sexo Servicio D.F.,
Enehache.com, SolterosMéxico.com, etcétera.
Los cines donde se
exhibe pornografía en la Ciudad de México son famosos en internet. En la red existen foros de comunidades gay
que los han ocupado como punto de reunión o de citas. Este tipo de actividades
ya se han convertido en parte del folklor de los cines. Pero nadie habla acerca
de las películas que se exhiben, ni se dice si son buenas o no.
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La industria Porno en México
La industria Porno en México
El Licenciado Diego Castillo Alamina, encargado
de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica y del Videograma (CANACINE), dice no tener registrada a
ninguna casa productora de pornografía, ni tener los datos de las películas de
este sector que se producen anualmente, ni mucho menos de los cines donde se
exhiben.
Charly Díaz, actor de pornografía gay en el
extranjero, afirma que México no es un país que produzca porno, ya que hacen
falta actores y actrices, y la doble moral de las personas no permite una
apertura en la participación y en el mercado. Además de ser México un país
consumidor de pornografía extranjera. “Malinchismo” es la palabra del actor que
ha ganado premios en el extranjero por su trabajo en TitanMen.
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Charly
Díaz
Con 34 años de edad, tiene cuatro años como
actor porno y ya cuenta con el reconocimiento en el extranjero, así como un
club de fans –a la pornografía– que se emociona al verlo caminar por las calles
de la Ciudad de México. Antes de llegar a TitanMen, una casa productora americana, trabajó como striper en un bar de
la Zona Rosa de la Ciudad de México, y luego como modelo de ropa interior.
—Por parte de la agencia de modelos, a mí me
enviaron a Canadá a modelar ropa interior, y fue ahí donde uno de los
productores de TitanMen se acercó a mí para ofrecerme una tarjeta. Me
contrataron sin audición, y llegué a Miami a filmar mi primera película —relata
su historia mientras se ejercita en un parque de la delegación Coyoacán, puesto
que debe estar en forma para los shows XXX que da por las noches en el Bar
Botas de la Zona Rosa.
Charly Díaz ya había contado con más propuestas
dentro de la industria pornográfica mexicana, pero él no aceptó ninguna, pues
no obtuvieron convencerlo o los proyectos no lograban concretarse, además de
que el dinero que se ofrecía era menor. “El nivel no es el mismo”, así es como
él define las diferencias entre el cine mexicano y el estadounidense.
—¿Cuánto
cuesta la producción de una película porno? —le pregunto con el afán de saber porqué no se produce pornografía de
calidad en México.
—En TitanMen no tengo una idea concreta, pero
quizá podrían ser más de 300 mil pesos mexicanos, ya que ellos son quienes
pagan mi vuelo, hospedaje, comidas y también las del otro actor y el staff.
—¿Cuánto crees que cuesta la producción de una
película mexicana?
—Son de menos presupuesto y muchas veces no se
preocupan por filmar, prefieren lanzar convocatorias para que las parejas
envíen sus vídeos caseros ofreciéndoles, quizá, dos mil pesos. La industria en
México es muy pobre.
—¿Cuánto dinero ganas con cada película
filmada?
—50 mil pesos.
—¿Cuánto tiempo tardas en filmar una película?
—Para una escena que, editada, dura 20 minutos,
nos tardamos 20 horas.
—¿Cuántas personas trabajan para producir estas
películas?
—En Titan son de cinco a siete personas, y en mi
productora son tres o cuatro, que son las que se ocupan de las cámaras, el
director, fotografía, iluminación y los auxiliares.
El año pasado empezó su carrera como director
de cine. Durante sus vacaciones en Filipinas, se dio a la tarea de filmar tres
películas, de las cuales una, el mes pasado, salió a la venta, con 300 copias
agotadas dentro del país. Cada copia tiene un costo de 700 pesos, con contenido
que va dirigido a comunidad gay, y las
cuales son distribuidas en locales dentro de Zona Rosa –bares, tiendas de ropa
y antros–.
Pero siguen siendo películas que no se graban
en territorio nacional. Charly comenta que las leyes del país no son las
adecuadas para que la producción de pornografía legal, es por eso que el poco
que hay es clandestino, de bajo presupuesto y escaso.
—Sale
más barato verlo en internet, o comprar películas piratas extranjeras de 10 pesos que se venden en cualquier mercado
—comenta mientras acaricia a un perro que pasa
frente a él.
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¿Qué
es la pornografía?
Issela Cruz, estudiante de posgrado en Historia del Arte, especializada en Cine Pornográfico de Género, dentro del Instituto de Estéticas de la UNAM, define a la pornografía dentro del cine, como:
— Un discurso del cuerpo
fragmentado – el close up de los
genitales, y no de los rostros-. Aunque es difícil definirlo, yo misma tengo
problemas para hacerlo en mi tesis. Al principio daba por hecho que sólo trataba de mostrar los genitales en un
acto sexual explicito, pero ahora sé que va más allá. Ya que es un producto que
busca excitar al espectador, pero la excitación a su vez es subjetiva, porque
no sabes en realidad qué es lo que excita al mundo.
Días antes, había entablado una pequeña charla
con ella por medio de Facebook, solicitando
su ayuda para la realización de este reportaje. Y muy amable me ofreció una charla informal,
para que ambas nos informáramos sobre nuestro trabajo. Ninguna de las dos teníamos idea de nuestro rostro, y yo como
buena entrevistadora olvidé pedir su teléfono. No obstante, fue sencillo
localizarla, ya que es la única dentro del posgrado que se especializa en cine
pornográfico.
Medita un poco su respuesta y continúa…
— Yo defino al porno
desde tres aspectos: del tiempo y espacio, lo moral y lo inmoral y lo le legal
e ilegal. Ya que están lo público y lo privado, es ahí cuando la clasificación
del cuerpo hace acto de presencia. En la actualidad diría que es sexo
explicito, además de una exageración de la realidad. Porque la gente busca salir
de la realidad, cuando busca una película porno, ya que la trama es distinta al
acto sexual real.
— ¿Qué piensas acerca de
la industria de pornografía en México? – le pregunto.
— No estoy muy empapada
de esta información, pero considero que es bastante rentable. Ya que el porno
no es un hecho reciente, en la Filmoteca de la UNAM existen películas del siglo
XIX, también se encuentra material zoofilico. Entonces esto hace hincapié que
no es una invención de este tiempo. Quizá México no se encuentra con cuestiones legales o culturales para que
la pornografía crezca, pero considero que es una actividad que jamás se queda
sin trabajo. Finalmente se encarga de satisfacer y reproducir perversiones.
Iseela Cruz, es Licenciada en Ciencias de la
Comunicación por la UAM Xochimilco. Su tesis en licenciatura trató acerca del
análisis de las pinturas de Remedios Varo, en ningún momento se imagino
interesándose por la pornografía, ni dedicándose en el posgrado al estudio de
ésta. Pero lo cree necesario, ya que es una industria que se encarga de educar
al ser humano.
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Punto
final
Las luces de las salas se encienden después de
once horas de jornada, con el pretexto de ser limpiadas, sólo así se pone pausa
a los gemidos fingidos de actrices gringas o italianas. La sala queda vacía y
con estragos del deleite de cientos de hombres –Savoy-, y de menos de 40
parejas- Cine Río-. Al final no importa,
porque el servicio se reanudara en pocas horas, para recibir a más clientela.
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Si bien, esta investigación inició con la
curiosidad de saber cómo era en realidad un Cine
Porno: ¿Por qué las personas
asisten a estos lugares? y ¿Qué hay en éstos?. Tuve que incluir los puntos de
vista de dos personas esenciales (Charly Díaz e Issela Cruz), quienes quizá
dieron un giro en la información tratada en un inicio. Quería entender por qué
los cines no transmiten películas nacionales, por qué éstas son tan viejas; a pesar de que son el atractivo del lugar.
También, analizar por qué los usuarios de dichos lugares ignoran la presencia
de la película, y sólo la toman como un elemento de ambiente.
Me frustra mostrar un panorama vago, pero las
puertas para saber acerca de la pornografía nacional o de las mismas salas de
cine; se han cerrado , limitándose a ofrecer castings a interesados en filmar
películas amateurs o simplemente paquetes para los clientes curiosos y habidos
de libido. Añadiendo el factor de que
estos lugares siguen siendo prohibidos a las mujeres, a menos que se busqué
formar parte de “la diversión”.
Anna Donatella.
8 comentarios:
buenisimo !
Muy bueno Grax
Me gusto tu aporte, interesante y morboso, gracias.... saludos.
te felicito, tu reportaje es muy bueno, yo llevo 8 años trabajando en el centro y estoy a unas cuadras de los dos cines, el rio y el venus, ya habia escuchado historias de esos dos lugares, y por mas increible que parezca todavia no entro a ninguno de los dos, ya hasta una prima me ganò....pero no pierdo la esperanza de conocerlos
Excelente.
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